Contra el coronavirus: sal de sanación y salvación
Por: Manuel Gago, diario Correo
Numerosas recetas caceras se anuncian para combatir al coronavirus. Té, kion, cebolla, ajos y, entre otros, sal. Según el químico farmacéutico Juan Panay, si las personas hacen gárgaras de sal tres o cuatro veces al día, durante siete días, se modifica el grado de acidez de la garganta volviéndola alcalina (mayor concentración de hidrógeno). Así, según Panay, el virus se elimina por la falta de reposo y multiplicación en la garganta. Como han señalado los investigadores médicos, el coronavirus reposa y se reproduce en la garganta antes de dirigirse a los pulmones para destruirlos.
La sal según, la biblia, es parte de ofrendas y pactos entre en hombre y Dios. En Jueces 9:45, la sal es purificación: “y asoló la ciudad y la sembró de sal”. En 2 Reyes 2:21: “Así ha dicho Jehová: Yo sané estas aguas, y no habrá más en ellas muerte ni enfermedad”. En Mateo 6:13 el mandato de Jesús es claro: “vosotros sois la sal de la tierra” seguido de “vosotros sois la luz del mundo”. La sal es, entonces, fuente de limpieza física y, metafóricamente, de pecado. En Marcos 9:49 Jesús anuncia que “todos serán salados con fuego” y que la sal, como símbolo de sanación, es sinónimo de paz. En Colosenses 4:5 el apóstol Pablo advierte que “vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal”.
La concentración de agua con sal (salmuera) sirve para conservar los alimentos. Además, “estar en salmuera” significa permanecer estacionario, neutralizado, mantenido a raya, quieto, eliminado, separado, anulado,… Usted elige.